Sr Lee Yuk Yin / 52 anos
Hong Kong
En abril de 1997 me sentía cansado y tenía síntomas de fiebre. Pensé que se trataba de un resfriado común que desaparecería después de un breve descanso. Sin embargo, transcurrieron dos o tres meses y aún no me había recuperado. Pronto sentí que la glándula linfática estaba hinchada. Estaba tan asustado que me apresuré a ir al hospital para someterme a un chequeo. El médico me dio noticias alarmantes: lo que me aquejaba era un cáncer de nariz, que se había extendido al pulmón y al hígado. Probablemente tenía que decírmelo, así que me informó de que el cáncer se hallaba en su último estadio. Puesto que había producido metástasis en el pulmón y en el hígado, pensé que me quedaba muy poco de vida.
A pesar de lo sorprendido que estaba, aún tuve fuerzas para no turbarme. Me sometí con diligencia a quimioterapia y a radiaciones según las instrucciones del médico. La radiación consistía en seis sesiones y en siete la quimioterapia, ambas una vez al mes. Sus efectos no fueron satisfactorios. El médico dijo en secreto a mi mujer que sólo me quedaban cerca de tres meses de vida, ya que el cáncer había evolucionado hasta su estadio terminal. No me revelaron este hecho hasta más tarde. Durante este período de tiempo, era mi mujer la que sufría en mayor medida, puesto que la enfermedad se intensificaba y decrecía alternativamente.
Después de darme cuenta de mi situación real, un amigo me preguntó si había oído hablar del líquido Tian Xian. Puesto que no tenía ni idea de lo que me estaba hablando, le pregunté al médico sobre el particular. Éste mostró una postura muy cínica, poniendo en cuestión la eficacia de la medicina tradicional china. Incluso añadió que si no confiaba en la profesionalidad del hospital que me estaba prestando ayuda, era preferible que me marchase. Después de estas palabras cambié de médico, no porque dudase de su pericia, sino por su falta de calidad humana.
Desde entonces, me callé mis opiniones. Después de muchos tratamientos de radiación y quimioterapia, no padecí ninguno de los efectos secundarios que se suponía debían de manifestarse. Incluso mi nuevo médico se sorprendió de ello. En seguida me preguntó si estaba sometido a algún otro tipo de medicina. Aunque no lo negué, consideré innecesario darle detalles. El médico percibió que yo no quería compartir la información con él y no insistió. Han pasado tres años desde la predicción del primer médico. Hoy por hoy, sigo trabajando en mi ocupación habitual.
Los chequeos regulares a los que me someto una vez al mes muestran un incremento de las células blancas y la reducción del tumor linfático. Creo que he escogido el tratamiento correcto. El médico me advirtió que aunque el tumor se haya reducido, es más seguro continuar con el tratamiento químico. Sin embargo, no quería sufrir más, por lo que me negué.
Hoy por hoy, tanto mi estado físico como mental han mejorado. Ahora mi estado es más bueno. A pesar de que el cáncer se halla en el mismo estadio que antes, creo que no aumentará ni se extenderá y que me iré encontrando mejor. Al final mi mujer me confesó la predicción inicial del médico y los dos nos reímos. Continúo teniendo una buena calidad de vida cotidiana y puedo desempeñar trabajos sencillos. He restringido mis actividades diarias y siento que mi espíritu crece más fuerte. Creo que todo ello se debe al líquido Tian Xian.